De hecho, la Organización ha celebrado estas reuniones, por primera vez, de forma virtual. Como era de esperar, la crisis sanitaria actual ocupó un lugar muy destacado.
Se pidió a los Grupos de expertos ECOMAR (Análisis Económico, Mercados y Consumo) y STATCO (Estadística y Coyuntura) que respondieran a un cuestionario sobre la repercusión de la crisis. Respondieron los principales países vitivinícolas (unos 15) y se presentaron los resultados durante las reuniones de junio.
En este artículo, se resumen los resultados del cuestionario de acuerdo con el análisis de los expertos de la OIV. Françoise Brugière, vicepresidente del Grupo ECOMAR, presenta el resumen de las conclusiones.
Una crisis precedida por un contexto complejo
El análisis cuantitativo del comercio internacional del vino en la primera mitad de 2020 es bastante delicado. De hecho, la crisis sanitaria ocurre tras el complejo final de 2019 en China y Hong Kong y, en particular, en Francia, debido a los aranceles impuestos por Trump. De acuerdo con los expertos de la OIV, con la llegada de la pandemia se acusaron problemas logísticos derivados de la aplicación de protocolos sanitarios en puertos y aeropuertos, la cancelación de vuelos de pasajeros, la prioridad para quienes llevaran equipos médicos y el suministro de bienes necesarios básicos. Estos se solucionaron con el paso de las semanas, con o sin la inclusión del vino. No obstante, el comercio internacional del vino registró una reducción en valor del 6,3 % en febrero y del 10,7 % en marzo (frente a febrero y marzo de 2019). En particular, las importaciones chinas se redujeron en un cuarto tanto en volumen como en valor durante los cuatro primeros meses de 2020 en comparación con los cuatro últimos meses de 2019. Brasil, Suiza, Francia (durante cuatro meses), Reino Unido, Alemania y Rusia (en torno a tres meses) redujeron sus importaciones, mientras que los EE. UU., Canadá, Irlanda (en valor), España y la República Checa (en volumen) aumentaron las suyas. La tendencia en cuanto al precio es descendente en todos los países.
Repercusión global y medidas puestas en marcha
En todos los países, la interrupción del turismo y el cierre de bares y restaurantes dio lugar a una acusada reducción de las ventas. El cambio en las ventas de productos de consumo doméstico fue muy parcial y afectó principalmente a los productos más asequibles, en particular con el aumento de las ventas de bag-in-box.
Se cancelaron todas las acciones comerciales B2B, en particular las principales ferias internacionales y los festivales del vino. Además, se interrumpió la organización de competiciones y catas. En la actualidad, se está intentando realizar versiones digitales de estos actos, pero las reacciones son demasiado diversas.
Los países han tomado medidas para el empleo más o menos generosas en todos los sectores; con ellas, se pretende ayudar a los negocios con el flujo de caja. Numerosas empresas de todos los tamaños, desde minoristas especializados hasta viticultores y bodegas cooperativas, han puesto en marcha soluciones para el comercio electrónico, como las opciones de envío y click & collect, con las que se pretende mantenerse en contacto con los clientes más que generar ingresos considerables.
Repercusión en la cosecha del hemisferio sur
Los países del hemisferio sur tuvieron que actuar con urgencia para finalizar la cosecha. Tuvieron que hacer frente a dificultades en materia de desplazamientos laborales e implantación de normativas sanitarias para empleados de viñedos y bodegas (suministro de equipos de protección individual, gel hidroalcohólico y mascarillas, rotación de equipos sin contacto entre ellos, etc.).
En particular, el sector vitivinícola de Sudáfrica tuvo que hacer frente a la prohibición de las ventas de alcohol en el mercado nacional; durante algunas semanas, también se interrumpió la exportación de vino. Tras completar negociaciones, se retomaron las actividades de vinificación, transporte de vino y exportación.
Inquietudes sobre los retos actuales y futuros
Desde el punto de vista de la economía, en poco tiempo se acumularon existencias durante las semanas de confinamiento, especialmente de los productos menos asequibles, lo que dará lugar a la reducción de los precios. La próxima cosecha, en el hemisferio norte, podría empeorar esta situación. A medio plazo, las numerosas bancarrotas previstas en muchos países en los sectores del turismo y la distribución minorista derivadas de la crisis de la demanda tendrá repercusiones inmediatas en los proveedores. La próxima crisis económica y posiblemente financiera podría afectar al sector del ocio, pues la mayor parte de los hogares tendrá que dirigir su presupuesto a las necesidades básicas.
A nivel psicológico, la crisis sanitaria, el confinamiento de la mitad de la población del mundo durante varias semanas y la persistencia del riesgo epidémico podrían minar de forma permanente el valor del uso compartido y la convivencia que impulsa el desarrollo del consumo de vino en el mundo.
Si se da por hecho que debemos estar solos para estar seguros y que un grupo de más de diez personas es un posible conglomerado de casos, se pondrá en riesgo la reanudación del consumo cualitativo de vino.
¿Y ahora qué?
Sobre la base del Plan Estratégico de la OIV y las cuestiones de las que son responsables, estos dos grupos de expertos abordarán distintos ejes y trabajarán de forma remota a lo largo de los próximos meses en las siguientes cuestiones:
- evolución de las existencias de vino a nivel global,
- cambios en los patrones de consumo (canales de distribución, oportunidades para el consumidor, marcas de calidad, precios, etc.),
- evolución del turismo enológico y, en líneas generales, el control del sector del turismo y la restauración,
- cambios en las herramientas de gestión de crisis,
- digitalización del sector vinícola (marketing, comercio, certificados electrónicos, etc.).