El bicentenario del nacimiento del pionero de la microbiología ha agitado este año a los defensores del vino. En el seno de estos homenajes de rigor a su gran figura, la presente contribución no tiene otra ambición que ofrecer paralelos entre la ciencia y el arte con el fin de recordar que forman un mismo conjunto pluridisciplinar con una vocación congruente: reflexionar sobre la mejor faceta de sus temas de estudio.
«Mirar hacia arriba, aprender más allá, levantarse siempre», Jean-Joseph Pasteur1
Louis Pasteur, químico y biólogo, logró elevar la microbiología al rango de ciencia de pleno derecho. Con una noción patriótica del compromiso, no descuidó ni el prestigio institucional ni los honores: más que la gloria, Pasteur apuntaba a la noble misión del servicio prestado a su país. Nunca renegó de sus humildes orígenes, ni siquiera modificando sus maneras, que supo mantener sencillas a pesar de la gloria cosechada a lo largo de su vida. Acunado por el viático paterno de «Mirar hacia arriba, aprender más allá, levantarse siempre», el héroe nacional siempre mostró un entusiasmo particular por trabajar por el indisociable binomio de patria y ciencia. Expresó esta convicción, necesaria para que el sabio pudiera llevar a cabo su demostración, en su discurso de ingreso en la Academia Francesa, el 27 de abril de 1882:
La grandeza de las acciones humanas se mide por la inspiración que las hace nacer. Bienaventurado el que lleva en sí un dios, un ideal de la belleza, y lo obedece: ¡ideal del arte, ideal de la ciencia, ideal de la patria, ideal de las virtudes del Evangelio! Estas son las fuentes vivas de los grandes pensamientos y de las grandes acciones. Todos se iluminan con los reflejos del infinito.
Sistematización epistemológica: la filosofía natural de Pasteur
Entre el genio y el azar de los descubrimiento, debemos evocar, sobre todo, las felices conjunciones de una investigación sabiamente organizada al capricho de las órdenes, las necesidades de una época fértil en ideas, el despliegue de medios y la creencia en el progreso.
Pasteur impuso el principio del orden al del azar de la investigación manteniendo un hilo conductor desde la enunciación del problema hasta su resolución a través de la experimentación sistemática, pasando por su ontología.
Al igual que su predecesor en la Academia Francesa, Emile Littré, Pasteur se aplicó a las altas cuestiones de la etiología médica, verdadero «arte del saber» según el incansable lexicógrafo, que fue también médico de formación, en una inversión de las prácticas. El químico, en efecto, expresó sus ideas a través de la audacia de la experimentación más que de la especulación metafísica. Su genio, según su sucesor en el Sillón 17 de los «inmortales», el medievalista Gaston Paris, consistió en despreciar los límites de la ciencia. En efecto, ¿por qué privarse de abordar cuestiones cuya complejidad se sabía capaz de superar? El conocimiento y el método científicos, la búsqueda de la verdad y la capacidad de abstracción serían aliados imparables2.
Cultiven un espíritu crítico. Reducido a sí mismo, no es ni un despertador de ideas, ni un estimulante de grandes cosas. Sin él, todo es caduco.
Extracto del discurso de inauguración del Instituto Pasteur, el 14 de noviembre de 1888, en París.
Arte y método
Un particular espíritu elevado preside la transformación del científico en «benefactor de la humanidad». Sin duda alguna, sería exagerado afirmar que la pintura fue su violín de Ingres. Sí podemos evocar legítimamente su reivindicado interés por el arte, el dibujo y la pintura en particular. En el caso de Pasteur, esto se expresó a una edad temprana mediante un compromiso con el mundo del arte. Además de sus propias obras (dibujos, pasteles, litografías), realizados antes de los 19 años, Pasteur también enseñó la química de los pigmentos, barnices y lacas en la Escuela de Bellas Artes de París. Contaba con numerosos artistas entre sus allegados y, en general, no fue ajeno a la escena artística de su época3.
Más allá del impulso positivista, recientemente se ha evocado la aportación del gusto por el arte de Pasteur a su estilo científico. Esto explica su comprensión de la quiralidad (del griego χείρ, kheir: mano), la propiedad de un objeto tridimensional no superponible a su imagen en una simetría con relación a un plano. La quiralidad conecta las nociones de simetría y de orientación y encuentra numerosos campos de observación, tanto en la vida corriente como en la práctica científica. Después de observarlo a partir de una litografía, Pasteur habría aplicado el principio a la biología, lo cual supone una bella ilustración de la utilidad científica del arte4.
Del vino con propiedades medicinales a la etiología de sus enfermedades
Figura tutelar de la defensa del vino, Pasteur es el heredero de una larga descendencia de los defensores del potencial terapéutico del vino, reconocido desde la antigüedad hipocrática y preconizado sobre todo por los médicos galenistas, del siglo III al XVII.
El recorrido de Pasteur continúa siendo notable entre los innumerables trabajos sobre el vino y las innovaciones de alto alcance. A partir de los años 1860, responde científicamente a las peticiones de Napoleón III con sus estudios sobre los vinos de Arbois en el Jura. Combina lo útil con lo agradable o, más bien, la química con el empirismo, adquiriendo su propia viña (algunas personas piensan que la cultivó con sus propias manos de sabio). Sin embargo, sus trabajos más conocidos son los relativos al saneamiento del vino mediante la calefacción, que provoca la destrucción de los microorganismos responsables de la acetización (Mycoderma aceti), un proceso desde entonces denominado pasteurización.
Fiel al humanismo del método vigente en su época, Pasteur superó el trabajo de laboratorio y se hizo miembro activo de la asociación francesa contra el abuso de las bebidas alcohólicas. Se trataba de un compromiso disciplinario, pero también moral, ya que las virtudes del vino y del hombre se pueden expresar de común acuerdo. Nótese la resaltable complementariedad científica que radica en el hecho de que, en su búsqueda de remedios contra las enfermedades del hombre, del animal y del vino, Pasteur encontró el sentido de la vida y de sus alteraciones en el mundo microscópico según una filosofía que se podría aproximar a la tradición aristotélica: por una parte, la teleología y, por otra, especialmente, la percepción de la generación y de la corrupción como movimientos inevitables de lo vivo.
Homenaje sedicioso
En 2015, el Museo de Arte – Hôtel Sarret de Grozon, de Arbois, expuso a Pasteur a través de la caricatura de acuerdo con una tradición a la vez rebelde e historicista. Así, cinco temas arrojaban luz tanto sobre los ejes de la investigación del erudito del Jura, como del contexto de su época: la figura del científico, la rabia, la rivalidad entre Francia y Alemania, la higiene y la sociedad y la ciencia y la religión. Más allá de la penetrante provocación, este homenaje, al hombre de ciencia y al espíritu francés, pretendía recordar el tríptico ganador de Louis Pasteur: voluntad de hierro, una increíble potencia de trabajo y el éxito que coronó largos años de un esfuerzo constante y encarnizado: una legítima posteridad internacional, multidisciplinaria y multisecular.
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1 Gaston Paris atribuyó estas palabras al padre de Louis Pasteur durante su discurso de ingreso en la Academia Francesa, el 28 de enero de 1897, https://www.academie-francaise.fr/discours-de-reception-de-gaston-paris.
2 Discurso de recepción de Gaston Paris el 28 de enero de 1897: : https://www.academie-francaise.fr/discours-de-reception-de-gaston-paris
3 Bert Hansen (2021), "Pasteur's lifelong engagement with the fine arts: uncovering a scientist's passion and personality", ANNALS OF SCIENCE, 78:3, 334-386, DOI: 10.1080/00033790.2021.1921275.
4 Joseph Gal, «Louis Pasteur, Chemical Linguist: Founding the Language of Stereochemistry», Helvetica Chimica Acta 102 (8), 2019.