Paralelamente a la 41.ª sesión de la Comisión del Codex Alimentarius, la OIV participó en una mesa redonda de organizaciones intergubernamentales sobre cuestiones relacionadas con la autenticidad e identidad de los productos alimenticios.
Durante esta sesión moderada por Carlos Laorden de El País, los participantes destacaron la necesidad de definir una terminología común y tomar medidas para mitigar los riesgos de falsificación y engaño al consumidor.
Mejorar los sistemas de trazabilidad, adoptar nuevas tecnologías y el desarrollo de nuevos sistemas electrónicos pueden ser elementos importantes en la lucha contra la falsificación.
Las normas de la OIV
Jean-Claude Ruf, coordinador científico de la OIV, señaló que existen retos específicos en el sector vitivinícola donde las prácticas fraudulentas con frecuencia pueden conducir a una alteración de la calidad y la autenticidad de los productos más que a problemas de inocuidad de los alimentos.
En la OIV, esta garantía de la autenticidad y de la identidad se traduce en la adopción de normas, principalmente en:
- la definición de productos,
- las prácticas enológicas que, en particular, deben tener en cuenta la seguridad del consumidor, no modificar significativamente las cualidades originales de la uva y del vino, y no engañar al consumidor,
- las normas de etiquetado,
- el establecimiento de normas de trazabilidad,
- la implementación de normas analíticas para controlar esta trazabilidad y este origen.
Todos estos elementos no excluyen una posible imitación. Los vinos o bebidas espirituosas a base de vino de alto valor añadido son más sensibles a las falsificaciones, de ahí la necesidad de establecer algunos sistemas de identificación del envase, pero también una formación adecuada de los consumidores.
Si las normas de la OIV tienen como objetivo mejorar la calidad y mantener las características naturales y esenciales del vino, son, por lo demás, indispensables para evitar las barreras técnicas al comercio en un mercado cada vez más globalizado (el 43 % del vino que se consume ha cruzado por lo menos una frontera).
En conclusión, Jean-Claude Ruf celebró la calidad de las relaciones entre la OIV y el Codex Alimentarius (la OIV tiene la calidad de observador) y recordó que el Codex podía confiar en la OIV como organización intergubernamental técnica y científica de referencia en el sector vitivinícola.