En esta ocasión, Pau Roca ha explicado como la OIV, desde su creación, ha sido fundamental para la regulación del sector: “la armonización sobre definiciones, prácticas enológicas, métodos de análisis, etiquetado etc. ha permitido que más o menos todos juguemos con las mismas reglas de juego. Incluso países que no están en la OIV siguen sus normas o bien mediante determinados acuerdos comerciales, los miembros hacen referencia a ellos”.
Aunque según su opinión, este sector esté mucho más regulado que otros, “esto no impide que no se desarrolle el comercio mundial, pues el vino es un producto muy internacionalizado. Casi una de cada dos botellas cruza una frontera”.
En este contexto, para Pau Roca, “la densidad normativa es fruto de una madurez histórica y evolución”. La OIV, “al contrario de otras entidades cuyas normas están principalmente limitadas a la seguridad alimentaria, entra en las cuestiones de integridad, identidad, procedencia etc. que en el sector del vino son muy importantes. En realidad, lo que pasa es que en el vino hemos sido precursores de mucha normativa de calidad”, ha defendido.
En este sentido, el director considera que las condiciones normativas confieren una estructura económica al sector diferenciada cuya característica o síntoma más evidente es la fragmentación y gran diversidad de actores.
Aunque esto dificulte la existencia de marcas globales, “pues las marcas deben competir en notoriedad con el origen” ha recordado, “en este sistema de pequeñas dimensiones, de grandes inversiones y de poca rentabilidad inmediata, no todo son desventajas”. El director de la OIV lo ha justificado con el hecho de que “esta estructura económica será un modelo de resiliencia, que resiste innovando y adaptándose, ante la inexorable crisis que se derivará del calentamiento global”.
Frente al cambio climático, Pau Roca cree que “los economistas deberían estudiar más ecología. Conocer cómo funcionan algunas leyes o principios básicos en un ecosistema terrestre o marino”.
La sostenibilidad como nuevo valor de crecimiento
El director general de la OIV promueve que “una economía que preste atención a esa realidad es seguramente mucho más acertada. El crecimiento será un índice de transición, pero la meta debe ser mantener la biosfera, el objetivo de la humanidad es conservar este bien finito que es la tierra, y que, como tal, es el único capital de referencia”.
De hecho, en su intervención ha enfatizado el nuevo plan estratégico de la OIV para los próximos 5 años (2020-2024).
Este plan estratégico tiene 6 grandes ejes de los que se derivan los objetivos a perseguir, “y hemos hecho un ejercicio de alineación con los Objetivos de Sostenibilidad de Naciones Unidas. Si llegamos a cumplir con nuestro plan estratégico podremos decir que desde el sector del vino cumpliremos en mayor o menor medida, con 13 de los 17 ODS”, ha informado Pau Roca.
Tres ejes son sobre la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático, sin dejar de lado esfuerzos en mitigación; porque, como considera Pau Roca “tenemos que dar respuesta a esos millones de productores que no desean, ni los consumidores queremos, deslocalizar sus producciones. Tres conceptos están en la base del Terroir, el factor clima como vemos mutable sin aparente control de momento, el suelo también sometido al clima, el material vegetal y la gran diversidad genética que nos ofrece el género Vitis y el del trabajo del hombre y tradición”.
Nota: El nuevo plan estratégico de la OIV estará disponible online en las próximas semanas.