La embajadora recordó que Georgia, en el corazón del Cáucaso, es una de las cunas de la viticultura mundial. Desde hace varios milenios, se cultiva la vid en condiciones climáticas y geológicas ideales. Las pepitas más antiguas, que se han encontrado en numerosos puntos del país, se remontan a por lo menos ocho mil años antes de nuestra era y pertenecen a la especie Vitis Vinifera. Actualmente, en Georgia se cultivan 525 variedades de uva autóctonas.
El director general de la OIV, el Sr. Jean-Marie Aurand, expresó su satisfacción por la segunda edición de esta presentación y agradeció a Georgia por su importante participación en las actividades de la OIV desde el Congreso Mundial realizado en Tiflis en 2010. También señaló que estará visitando este país a principios de junio, al tiempo que destacó el renacimiento de los vinos georgianos. Pequeños viticultores, cooperativas y explotaciones vitícolas independientes rivalizan en la calidad de sus productos.
El Sr. Giorgi Samanishvili, presidente de la Agencia Nacional del Vino de Georgia (GNWA) presentó los diferentes aspectos de la historia y los retos de la viticultura georgiana, insistiendo en el hecho de que el vino representa, para Georgia, una riqueza, una parte de su cultura y un activo a la vez. La vid se encuentra por doquier, está profundamente enraizada en la vida cotidiana de los georgianos, en su poesía, pintura y arquitectura.
Esta cultura de la vid y del vino está íntimamente relacionada con la historia del país caucásico. Las tradiciones de la viticultura han sido custodiadas con el máximo esmero y se han transmitido de generación en generación. Desde diciembre de 2013, el método tradicional de vinificación en Qvevri (una gran tinaja en arcilla) ha sido reconocido como Patrimonio Cultural por la UNESCO.
"Gaumarjos", ¡a su salud, en georgiano!