El viceministro de Agricultura, Vassil Groudev, realizó una analogía entre el oro de los tracios y el que fluye en las bodegas búlgaras, para posicionar a su país entre los pueblos cuya cultura vitivinícola de larga data les confiere una magia y un espíritu especiales. Luego, invitó a los presentes a descubrir estos vinos en los salones de la OIV, pero también, y fundamentalmente, en el contexto de los paisajes y viñedos de su país.
En su carácter de anfitrión de este evento, el director general de la OIV, Jean-Marie Aurand, destacó la importancia del sector vitícola de Bulgaria. Este país, puerta de Europa, ubicado entre los Balcanes y el Mar Negro, cuenta con cinco regiones vitícolas que ofrecen una diversidad de terroirs en los que encuentran expresión tanto las variedades autóctonas (Gamza, Mavrud, Dimyat, Rubin o Pamid) como las variedades internacionales, desarrolladas más recientemente en el marco de la reestructuración del viñedo.
El Sr. Aurand también se mostró muy satisfecho por el compromiso de la Agencia Ejecutiva del Vino y de la Viña en los trabajos de la OIV y expresó su deseo de que se puedan generar nuevas iniciativas.